
El irrespeto no se motiva, se erradica
Hoy vengo a hablar de algo que ya no debería pasar en ninguna organización: el irrespeto.
Y no hablo solo de gritos o palabras duras.
Hablo de líderes, dueños o colaboradores que azotan papeles, golpean escritorios, lanzan miradas intimidantes o descargan su mal genio en otros cuando algo no sale bien.
Y lo más grave… es que todavía escucho justificarlo con frases como:
“así es él”, “no lo tomes personal”, “tiene carácter fuerte”.
No. Eso no es carácter, eso es falta de gestión emocional.
Cada acto de irrespeto —por mínimo que parezca— erosiona la dignidad de las personas, destruye el compromiso, apaga el talento y llena de miedo y tensión los espacios de trabajo.
Luego se preguntan por qué hay tanta rotación, tanto estrés y tan poca productividad.
Y, por favor…
no me llames para contratarme para decirle a los colaboradores que aguanten el irrespeto de los jefes, que se motiven con una dinámica o entregarles técnicas de gestión de estrés por el mal trato.
Eso no es bienestar.
Eso es perpetuar la toxicidad.
Mi invitación es clara:
Dejar de justificar el irrespeto y declaren cero tolerancia frente al mismo.
Formar a sus líderes, directivos y dueños de empresa en gestión emocional y en seguridad psicológica.
Porque anular el respeto es anular la esencia humana.
Y ya lo he dicho antes:
Anular tu mundo emocional, es anularte a ti mismo.
—
Soy Liliana Guevara, Mentora de Bienestar Laboral y Productividad.
Acompaño a líderes y organizaciones a construir culturas humanas, donde el respeto, la consciencia y el bienestar impulsan los resultados.